Con un fuerte enfoque en la calidad genética, la adaptación territorial y la respuesta a una demanda creciente del sector frutícola.
“El injerto es una herramienta clave en fruticultura porque permite combinar la genética deseada de una especie –es decir, la calidad de fruta que se busca producir y que demanda el mercado– con un pie adaptado a la zona. Esto potencia la productividad, la resistencia a enfermedades y la adaptabilidad a las condiciones locales de suelo y clima”, explicó Luciana Imbrogno, gerente de Biofábrica.
Actualmente, la empresa cuenta con casi 400 pies de palto activos y más de mil en proceso de germinación, como parte de una planificación anticipada que responde a las necesidades de los productores locales y regionales.
“Las grandes producciones de plantines se planifican con anticipación para llegar en tiempo y forma a la época de plantación. En estos casos, se programa qué variedad y en qué volumen se necesita. Antes se dependía de viveros de otras provincias como Tucumán, pero hoy Misiones cuenta con su propia fuente confiable de palto injertado, y Biofábrica cumple un rol estratégico para potenciar lo que llamamos las cuencas palteras”, señaló Juan Serventi subgerente de Biofábrica.
Además del palto, la empresa de biotecnología proyecta sumar próximamente otras especies frutales como mango, aunque aún se están evaluando las variedades a desarrollar.
La elaboración local de plantines de palto representa un avance importante para Misiones, al reducir la dependencia externa, mejorar la disponibilidad genética adaptada a la región y posicionar a los productores locales con ventaja en los mercados de primicia, donde los precios suelen ser más altos.
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